¡Galopad allá donde Febo duerme!
Un auriga como Faetón, a latigazos
los habría llevado ya hasta el Ocaso
para traerme las nubes de la noche.
Los amantes celebran sus ritos
sólo con la luz de su belleza
pues el amor, siendo ciego, busca la noche.
Ven, matrona sabiamente enlutada,
y enséñame a perder ese juego que juegan dos inocentes.
Cubre la sangre indómita que arde en mis mejillas
con un manto de tinieblas,
hasta que el tímido amor se decida,
y amar no sea sino pura inocencia.
¡Ven, dulce noche, amor de negro rostro!
Dame a mi Romeo y, cuando muera, tómalo,
y haz de sus pedazos estrellas diminutas
que iluminen el rostro del cielo,
de modo que el mundo entero ame la noche,
y nadie rinda ya tributo al sol radiante.
William Shakespeare.
Madrigal de las Altas Torres (Ávila). Septiembre de 2008.
2 comentarios:
Traté de buscar una parte de "Un puente sobre el Drina" en la que Ivo Andric relata con precisión los suspiros de una muchacha musulmana, joven, fértil y de tiernos pechos, respirando cadenciosa asomada a la ventana, al calor de una noche de verano, sabiendo que pronto será ofrecida a un joven de Visegrad.
Pero no lo encontré. Y aunque el secarral castellano de Madrigal no tiene mucho que ver con los fértiles bosques de Bosnia oriental, la mirada de esta moza me recordó a ese pasaje.
S.
Bueno, Madrigal fue tierra de moros (La Moraña), al igual que Bosnia, asi que puede que tengan más en común de lo que imaginas...
D.
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