Todo él era reluciente, por el brillante oro. En el centro había una serpiente terrible, indecible, mirando hacia atrás con ojos que lanzaban destellos de fuego.
El Escudo. Hesíodo.
Atenas (Grecia). Noviembre de 2009.
1 comentario:
Anónimo
dijo...
Ese gusto por lo dorado yo creo que les delata su influencia oriental, por muy mal que se lleven con los turcos.
Me imagino esas placas atornilladas a los salpicaderos, en plan tuning de los Montes Ródope.
1 comentario:
Ese gusto por lo dorado yo creo que les delata su influencia oriental, por muy mal que se lleven con los turcos.
Me imagino esas placas atornilladas a los salpicaderos, en plan tuning de los Montes Ródope.
S.
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