Somos los pies del tiempo que hace su viaje por el mundo.
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Consdorf. Luxemburgo. Junio de 2006.

 Hubo conquistadores de lo imposible, hubo conquistadores de lo inútil. Nosotros somos los conquistadores de lo inconcebible. Jamás nos hubiéramos atrevido a sonyar que existían unas montanyas tan descomunales y que nosotros fuéramos capaces de ascenderlas.
Hubo conquistadores de lo imposible, hubo conquistadores de lo inútil. Nosotros somos los conquistadores de lo inconcebible. Jamás nos hubiéramos atrevido a sonyar que existían unas montanyas tan descomunales y que nosotros fuéramos capaces de ascenderlas. Cuando los suenyos maduran se transforman en nubes, que vagan por el cielo en busca de destinatario. El contacto con aires fríos les hace precipitarse contra la sólida realidad terrena con formas delicadas.
       Cuando los suenyos maduran se transforman en nubes, que vagan por el cielo en busca de destinatario. El contacto con aires fríos les hace precipitarse contra la sólida realidad terrena con formas delicadas.  El extranyo ritual del desayuno, la mirada perdida en la ventana, los ecos del telediario en la habitación, la noche y el letargo del frigorífico, la lluvia gris que empapa el hormigón y las aceras, la marca de la almohada en la cara y la marca de otro fin de semana insulso en el alma...
      El extranyo ritual del desayuno, la mirada perdida en la ventana, los ecos del telediario en la habitación, la noche y el letargo del frigorífico, la lluvia gris que empapa el hormigón y las aceras, la marca de la almohada en la cara y la marca de otro fin de semana insulso en el alma...  Avanzaba lentamente por la vía sacra arropado por una húmeda penumbra. Un resplandor tenue en la calle central del retablo barroco despertaba su temerosa inquietud. En el núcleo del haz distinguió la efigie de Cristo. Estaba siendo devorada por centenares de criaturas de ultratumba…
Avanzaba lentamente por la vía sacra arropado por una húmeda penumbra. Un resplandor tenue en la calle central del retablo barroco despertaba su temerosa inquietud. En el núcleo del haz distinguió la efigie de Cristo. Estaba siendo devorada por centenares de criaturas de ultratumba… Avanzó decidida hacia la segunda fila de tumbas, dejando atrás los quejidos de las bisagras del portón carcomido que asomaba a la era.
       Avanzó decidida hacia la segunda fila de tumbas, dejando atrás los quejidos de las bisagras del portón carcomido que asomaba a la era.